Pocas disoluciones de conjuntos musicales me han afectado tanto como de la que he recibido noticia hoy. Standstill, después de 19 años de buena música, se separa indefinidamente.
En este blog hacía mucho tiempo que no hablaba temas de tipo personal (sí, este es un artículo de carácter personal), pero además de que hacía tiempo que quería crear algún artículo de este tipo esta noticia y este artículo los considero así porque lo que Standstill me ha aportado no han sido solo bonitas melodías y canciones que se me venían a la mente una y otra vez. Standstill me ha aportado más ilusión que ningún otro grupo musical y no porque fuese un groupie, sino porque las letras de Standstill me transmitían una energía que no he encontrado en ningún otro grupo. Sus estribillos en ocasiones me han servido de mantras de alegría y superación para volver a ilusionarme por el futuro, para seguir adelante y dar lo mejor de mí en los momentos más difíciles.
Standstill también ha sido un grupo que me ha acompañado en los momentos de dolor y reflexión. Sus letras muchas veces eran escuchadas con una cara extraña por parte de mis amigos, pero de alguna forma esas palabras conseguían llevarme más allá. La conjunción de la música, la letra y la voz de Enric Montefusco me teletransportaba a recuerdos y pensamientos. Me motivaba, me ilusionaba, me animaba. Probablemente por eso siempre me gustó tanto Standstill.
Standstill ha sido un grupo que ha sabido arriesgar y hacer las cosas de forma diferente. Experimentando y llevando al límite a sus seguidores. En alguna ocasión empecé a escuchar algo nuevo de Standstill y mi primera sensación fue pensar – Esto no es lo que yo esperaba. Pero más adelante me daba cuenta de que aquella canción y esos experimentos que al principio me chirriaban en realidad me encantaban. Standstill sabe si en una canción hay que elaborar una cuidada letra o si no necesita más que una frase.
Es curioso que aunque sus letras muchas veces podían resultar un tanto inconexas, siempre había alguna frase, alguna palabra que le daba un sentido especial a la canción. Con Standstill empecé a escuchar de verdad música en español.
Además de las letras queda el sonido de Standstill. Un sonido que para mí resulta indescriptible. Desde luego muy diferente y rico respecto a otras bandas del panorama español. Con unos riffs de guitarra hipnóticos, una potente percusión y la voz… esa voz mágica que tiene Enric Montefusco.
Nunca fui seguidor de su etapa musical en inglés. Reconozco que los conocí con «Viva la guerra». No puedo ser de aquellos que dicen que los escuchaban desde sus comienzos, pero desde que empecé a escucharlos no he parado de hacerlo hasta ser a día de hoy el segundo grupo del que más canciones he escuchado según mi lastfm. Tengo el orgullo de poder decir que participé en el crowdfunding de su último disco y de que podré asistir a su último concierto en Madrid el próximo 3 de Junio.
Para aquellos que no conozcan este maravilloso grupo he preparado una playlist con algunas de las que considero sus mejores canciones, pero sin duda lo que hay que hacer es escuchar una y otra vez cada uno de esos maravillosos discos que han sacado. Ahora solo queda seguirlos en sus nuevos proyectos y pensar ¡adelante, bonaparte!